Daniel 3:17-18 “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.”
La primera vez que escuche este versículo fue en una predica del pastor de la iglesia en la que me congrego, el pastor hablaba de la fe que el profeta Daniel había tenido en Dios, pero hubo algo que me puso a pensar, una frase; para ser especifico la primer frase del versículo 18, “Y si no”
Llegue a pensar que el profeta Daniel no tuvo tanta fe como el pastor decía, mi pensar era el siguiente: Daniel no tenía tanta fe, porque si la tuviera, no hubiese ni una pisca de incredulidad en que Dios lo libraría, ya que dijo: “Y si no” lo cual implica que si existe la posibilidad que Dios no lo salve.
No comprendía como usaban de ejemplo de fe a Daniel, cuando en su mente existía la posibilidad de que Dios no le hiciera el milagro que el pedía, por decirlo de algún modo.
Tenía más fe Elías o Eliseo a mi parecer porque no dudaban de lo que Dios haría. Ahora, mucho tiempo después de cuestionarme eso, Dios me hizo entender a qué se refería Daniel con ese “Y si no”
La fe de Daniel no estaba puesta en el milagro, estaba puesta en el que hace el milagro, ¡En Dios!